Cortar en invierno

(o lo que podría ser una continuación de CORTAR EN VERANO)


Que sepas que esta vez tenía pensado dejarte yo. Pero, joder, pensaba hacerlo más tarde. Ya en marzo o en abril, que empieza a hacer mejor tiempo. Que no quiero volver a pasar por lo mismo, que te prometí que cambiaría, lo sé, pero es que sigues siendo la misma hija de puta de siempre.

Que el invierno no es una época para estar solo, eso lo sabe todo el mundo. El invierno es para estar acompañado, para que pasemos los domingos arropados con la mantita viendo las pelis esas románticas que a ti te gustan. Que son una mierda, sí, siempre pasa lo mismo, todas son iguales, repetitivas, pero que me aguanto y las veo contigo sólo porque me gusta pasar tiempo contigo y me das calorcito, que yo soy de tener los pies fríos y tú calentitos. Si es que somos la pareja perfecta.

Y con lo bonito que ponen Madrid con sus luces, que sé que te encantan las luces de Navidad y a mí también. Y el Cortylandia. ¿Ahora qué coño hago yo con el Cortylandia? Porque paso de ir a verlo solo, que no tiene gracia, que me mirarán mal, seguro que me mirarán mal, dirán “pobrecito, está solo, se viene a ver el Cortylandia solo”. Por tu culpa, porque me dejas, me voy a quedar sin ver el puto Cortylandia. Y sabes que me encanta. Por tu culpa le voy a coger manía y voy a empezar a odiar el Cortylandia.

Igual también acabo odiando la Navidad por tu culpa. Y sé que tú también lo vas a pasar mal. Porque la Navidad es para pasarla en pareja y yo voy a estar solo, pero tú también vas a estarlo. Espero. ¿O es que has conocido a alguien? Si es porque has conocido a alguien, si me has dejado porque te has enamorado de otra persona, dímelo. De verdad, lo hablamos. Podemos llegar a algún acuerdo. Yo que sé, nos turnamos, al menos para que pases la Nochebuena conmigo en casa de mis padres.

Espero que no hayas sido tan hija de puta como para cortar conmigo sólo por no tener que soportar otra Nochebuena en casa de mis padres. Sé que eres capaz. Que siempre acabas sentada en una silla con cara de asco mientras todos cantan villancicos. Y luego, de vuelta a casa, te pones a parir a mi abuela por no parar de cantar y tocar la botella de anís con el cuchillo. La pobre, que sabes que desde que murió mi abuelo estos momentos en los que nos reunimos todos son los únicos en los que es feliz y tú venga a ponerla verde.

Que todas estas cosas te las puedo perdonar. El que estés con otro, el que te caiga mal mi familia. Pero, por favor, vuelve. Estoy abierto a negociar, de verdad. Si quieres en Nochevieja nos vamos con tus padres a Hospitalet, que hasta he buscado en el traductor de Google feliç nadal y prometo no sacarles el tema del independentismo, que sé que me caliento pronto y tu padre también. Prometo que habrá paz.

Lo que más me jode de todo, y no es por ser materialista ni capitalista, pero me jode, es que ya te tenía hecho el regalo de Papá Noel. Que encima sé que te habría hecho mucha ilusión. Es una Thermomix. Porque no te gusta nada cocinar y con esto ibas a prepararnos platos ricos, íbamos a comer bien, sano, cumpliríamos de una vez el propósito de Año Nuevo. A ver qué hago yo ahora con la Thermomix, me meto por el culo la puta Thermomix, que la he comprado por Wallapop y el tío no me la va a descambiar ni de coña.

Te estás equivocando, cariño. Lo vas a pasar mal sola en Navidad. Yo en el fondo sé que puedo ser fuerte, llevarlo medianamente bien, pero tú sé que no. No vuelvas a cometer el mismo error. Te doy otra oportunidad. Vuelve. Si no es por mí, al menos hazlo por la Thermomix. Pero vuelve.

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